Bien dicen que dios aprieta, pero no ahorca y esto es lo que me ha sucedido a mí. La verdad es que estoy completamente confundida y no quiero tomar decisiones precipitadas, así que me gustaría saber qué opinan.
Tengo 28 años, vivo en la ciudad desde hace un par de años, y he estado centrada en mi carrera y en mis cosas. Nunca imaginé que algo como esto pudiera sucederme, pero aquí estoy, tratando de entender lo que pasó.
Hace unos meses conocí a un hombre. Él tiene 45 años, se llama Gabriel, y fue de esas personas que te llaman la atención de inmediato. No sé si fue su forma de hablar, la manera en que escucha o simplemente su madurez, pero me cautivó desde el primer día. Empezamos a vernos como amigos, compartíamos charlas sobre libros, música, películas… cosas bastante inocentes. Pero, con el tiempo, algo más empezó a crecer entre nosotros.
Las citas se volvieron más frecuentes, las conversaciones más profundas, y yo me sentía realmente bien cuando estaba con él. Empecé a darme cuenta de que lo que sentía por él no era solo una amistad, y me convencí de que él también sentía lo mismo. Sin embargo, algo en su comportamiento me hacía pensar que había algo que no me estaba diciendo.
El punto culminante llegó una tarde. Habíamos salido a caminar por la ciudad, y justo cuando nos detuvimos en un parque, él me confesó que estaba casado. Mi mundo se vino abajo. No me lo esperaba en absoluto. Lo que me dijo después fue aún más complicado. Me confesó que amaba a su esposa, con quien lleva casado más de 20 años, pero que también sentía algo muy real por mí. No sé cómo decirlo, pero dijo que me amaba también, aunque de una manera diferente.
En ese momento me quedé sin palabras. No sabía cómo reaccionar. Por un lado, sentía que estaba viviendo algo muy real, algo que nunca había experimentado. Por otro lado, me sentía completamente atrapada, como si no tuviera derecho a estar en esa relación, como si estuviera siendo parte de algo que no debía ser. Y lo peor, tenía miedo de convertirme en «la otra», esa mujer que está ahí, pero que no puede tener el amor completo.
Después de esa confesión, me prometió que haría todo lo posible para equilibrar las dos partes de su vida. Me dijo que no quería perderme, pero que no podía dejar a su esposa. Por supuesto, esto me dejó aún más confundida. ¿Cómo podía seguir con algo así? Por un lado, no quería dejarlo ir porque me hacía sentir especial, viva, amada. Pero, por otro lado, ¿qué tipo de futuro podría tener una relación con alguien que ya tiene una familia?
Decidí seguir viéndolo en secreto por un tiempo. No podía dejar de pensar en él, y la idea de perderlo me aterraba. Pero, conforme pasaban los días, empecé a sentirme más y más culpable. No solo por la esposa, sino por mí misma, por permitir que esto siguiera sin una respuesta clara. Cada vez que me encontraba con él, algo en mi interior me decía que esto no estaba bien. Pero la pasión y la conexión que compartíamos eran tan intensas que me era imposible apartarme.
Finalmente, hace una semana, decidí hablar con él. Le dije que no podía seguir así, que no estaba dispuesta a ser una opción secundaria en su vida. Le expliqué que, aunque lo amaba, necesitaba algo más, algo que no podía tener con él mientras estuviera atrapado en su matrimonio. Me dolió mucho decir esas palabras, pero sabía que era lo mejor para mí.
Gabriel, por supuesto, se mostró triste, pero también comprendió mi decisión. Me dijo que siempre me llevaría en su corazón, pero que no podía abandonar a su esposa, aunque amaba lo que tenía conmigo. Ahora estoy aquí, tratando de encontrar respuestas. ¿Hice lo correcto? ¿Debería haberle dado más tiempo? A veces siento que la conexión que compartimos era algo único, algo que no se da todos los días, pero también sé que no puedo seguir siendo parte de una historia que no es completamente mía.
¿Alguien ha pasado por algo similar? No sé si debo seguir adelante y seguir buscando algo mejor para mí o si debería haber intentado luchar por lo que teníamos. Estoy tan perdida. ¿Qué opinan?