En alguna ocasión hemos sentido esa sensación de querer ir rápido y comenzar una nueva relación amorosa para remplazar a nuestra expareja. Es como una urgencia de sentirnos bien con nosotros mismos para evitar la soledad, sin embargo, comenzar una nueva relación en un periodo corto de tiempo no es la mejor idea.
Hace tiempo, después de una ruptura que me dejó bastante tocado, escuché a un amigo decir: «Un clavo saca otro clavo». Al principio, esa idea sonaba tan lógica, tan directa. La teoría era simple: si alguien te ha dejado mal, pues búscate a alguien más y todo se arregla, ¿no? Pero, a medida que los días pasaban, me di cuenta de que las cosas no eran tan sencillas.
No sabemos estar solos con nosotros mismos
Primero, está el tema del miedo a la soledad. Este miedo es algo que puede llegar a controlar nuestras decisiones sin que lo notemos. Me di cuenta de que, después de la ruptura, lo que más me pesaba no era tanto la pérdida de la persona, sino la idea de estar solo.
De repente, las noches se volvían más largas y las horas frente al televisor no llenaban ese vacío. Así que, en un intento desesperado por no sentirme solo, salí en busca de alguien más. Pero, sinceramente, lo que encontré fue una compañía temporal, una manera de distraerme más que una verdadera conexión.
Ahí es donde entra la necesidad de validación. Queremos demostrar, ya sea a nosotros mismos o al mundo, que todavía valemos algo, que seguimos siendo deseables. Recuerdo haber salido con alguien solo para sentir que, bueno, al menos alguien me encontraba interesante.
En el fondo, sabía que no era una relación real, sino más bien una forma de evitar enfrentar el hecho de que aún no había superado la anterior. Es como cuando intentas tapar un hoyo con una venda: puede que lo cubras, pero el problema sigue ahí.
Consideremos un tiempo para sanar emocionalmente
Por supuesto, esto lleva a otro punto importante: evitar el duelo. Nadie quiere sentir dolor, y en lugar de enfrentarlo, buscamos cualquier cosa que lo disimule. En mi caso, intentar llenar ese vacío con una nueva relación fue solo un parche temporal. Lo que realmente necesitaba era tiempo, espacio para procesar lo que había pasado. Pero, en lugar de eso, me metí de cabeza en algo nuevo sin haber cerrado el capítulo anterior.
Además, si creciste viendo a la gente cambiar de pareja como cambiarse de ropa, es fácil caer en ese mismo patrón. Yo crecí en una familia donde las relaciones iban y venían, y sin darme cuenta, había adoptado esa mentalidad. Cada vez que algo no funcionaba, mi respuesta era simplemente buscar algo nuevo. Pensaba que estaba siendo práctico, pero en realidad estaba repitiendo un ciclo que solo me dejaba más vacío.
Lo más curioso es cómo las relaciones de rebote rara vez resultan en algo bueno. En mi experiencia, las emociones no resueltas de la relación anterior se cuelan en la nueva. Me encontré proyectando viejos resentimientos y expectativas que no tenían nada que ver con la nueva persona. Fue un desastre. La nueva relación no tenía ninguna posibilidad de éxito porque estaba construida sobre las ruinas de la anterior, con todos los fantasmas y cicatrices todavía frescos.
Es una cuestión de salud emocional
Otro problema que noté fue la dificultad para establecer límites saludables. Estaba tan desesperado por no estar solo que empecé a aceptar comportamientos que, en cualquier otra circunstancia, habría rechazado de inmediato. Toleré cosas que no debía haber tolerado, solo por la necesidad de tener a alguien cerca. Es algo de lo que me arrepiento profundamente, porque no solo me hice daño a mí mismo, sino también a la otra persona.
Al final, lo que aprendí fue que el camino más saludable después de una ruptura no es buscar a alguien nuevo de inmediato. Es difícil, pero es esencial permitirse sentir el dolor, pasar por el duelo. Hay que darse ese tiempo para reflexionar sobre lo que pasó, sobre los errores cometidos, sobre lo que se puede aprender. Y claro, contar con el apoyo de amigos o incluso un terapeuta puede hacer una gran diferencia.
Cuidar de uno mismo se vuelve crucial. Para mí, fue volver a hacer cosas que había dejado de lado durante la relación, como salir a correr o retomar algún hobby olvidado. Cosas simples, pero que te recuerdan quién eres fuera de una relación.
Las redes sociales también juegan un papel complicado en todo esto. Es fácil caer en la tentación de mostrarle al mundo que estás bien, que ya has superado todo, cuando en realidad no es así. Vivimos en una cultura donde se valora más la apariencia de felicidad que la verdadera sanación emocional.
Al final, si hay algo que me quedó claro es que reemplazar rápido a una pareja no soluciona nada. Así que, si te encuentras en una situación similar, no tengas prisa. Las cosas buenas llegan cuando estás listo para recibirlas, no cuando tratas de escapar de algo más.