¿Sabes lo que es sentir que el mundo se abruma cuando terminas una relación sentimental de noviazgo o pareja? Tienes idea de lo difícil que es encerrarse en un ciclo de autodestrucción buscando sentir dolor como una manera de autocomplacerse.
Lo que te cuento no es fácil, puedes entrar en un bucle donde confundes estar mal con estar bien y donde buscas desesperadamente sustituir el dolor. Sin embargo, muchas veces podemos autodestruirnos si no encontramos ayuda adecuada y orientación emocional.
Y ahí es donde entra la terapia psicológica, una herramienta que muchos aún ven como un lujo o un recurso para los casos «más graves», cuando en realidad, es una necesidad que todos deberíamos considerar en esos momentos de dolor.
Las decepciones amorosas pueden llevar a depresión
Recuerdo cuando mi primera relación seria llegó a su fin. Fue un golpe devastador. Me sentía perdido, sin saber cómo seguir adelante. Durante semanas, me sumergí en la tristeza, intentando entender en qué había fallado o qué podía haber hecho diferente.
Fue una amiga cercana quien, después de escucharme repetir las mismas preguntas una y otra vez, me sugirió que hablara con un terapeuta. Al principio, dudé. Como muchos, creía que la terapia era para quienes enfrentaban problemas «más serios». Pensaba que podía arreglármelas solo, que solo necesitaba tiempo.
Pero, al final, decidí darle una oportunidad. Y fue una de las mejores decisiones que he tomado. La terapia no solo me ayudó a sanar ese corazón roto, sino que también me ofreció una perspectiva completamente nueva sobre mí mismo y sobre mis relaciones.
Descubrí que no se trataba solo de «arreglarme», sino de entenderme mejor, de identificar patrones en mi comportamiento y de aprender a cuidar mi salud mental con la misma importancia con la que cuidamos nuestro cuerpo físico.
Acudir con un psicólogo no significa estar loco
Hablar de terapia aún es un tabú para muchos, especialmente para los hombres. Se nos ha enseñado, de alguna manera, que mostrar emociones es signo de debilidad, que debemos ser fuertes y mantenernos firmes sin importar lo que suceda.
Pero la verdad es que esa idea nos hace un flaco favor. Ignorar nuestras emociones y el dolor solo las magnifica. Y el desamor, aunque común, no es algo que deba subestimarse. El sufrimiento emocional que genera es real y merece atención.
La terapia ofrece un espacio seguro para explorar estos sentimientos, para permitirnos sentir el dolor sin miedo a ser juzgados. Nos ayuda a construir una relación más sana con nosotros mismos, algo que es esencial antes de poder tener relaciones saludables con los demás.
A través de mis sesiones, me di cuenta de que no era el fin del mundo, aunque así se sintiera. Era una oportunidad para redefinir lo que quería en una relación, para establecer límites saludables y, sobre todo, para aprender a estar bien conmigo mismo sin depender de la validación externa.
Otra cosa que me quedó clara es que no hay una receta única para sanar. Cada uno de nosotros experimenta el desamor de manera diferente, y lo que funciona para una persona puede no funcionar para otra.
La sanación emocional es una elección
En mi caso, la terapia se convirtió en un catalizador para redescubrir mis pasiones. Empecé a dedicarme más tiempo, a explorar hobbies que había dejado de lado, y a conectar más profundamente con mis propios deseos y metas.
Es fácil perderse en una relación, olvidarse de uno mismo, y cuando esta termina, puede parecer que no queda nada. Pero ese «nada» puede ser el lienzo en blanco que necesitas para pintar una nueva vida.
Lo que aprendí a lo largo de este proceso es que el desamor no es solo un fin, sino un principio. Y la terapia es la herramienta que te ayuda a encontrar ese nuevo comienzo, te da las herramientas para lidiar con el dolor de manera constructiva y te prepara para futuras relaciones, pero, más importante aún, para una relación más sana contigo mismo.
Hablar con un profesional te permite ver las cosas desde una perspectiva externa, entender patrones de comportamiento que pueden no ser evidentes para ti. Es un recordatorio constante de que tu salud mental es tan importante como la física, y que ambos aspectos están profundamente conectados.
Si estás pasando por un desamor y sientes que no puedes manejarlo solo, te animo a que consideres la terapia. No es una señal de debilidad, al contrario, es un acto de valentía. Porque se necesita coraje para enfrentarse a uno mismo.
Por último, pero no menos importante, sería bueno que el profesional que elijamos para la terapia psicológica, sea una persona con la que podamos sentirnos a gusto. Tener esa conexión puede ayudar de manera significativa a la comunicación y el entendimiento mutuo.